Teresa y su propio maestro, el profesor Tomás, han sido víctimas de la misma creencia, que lleva a quienes enseñan a ignorar las dificultades y limitaciones de cada uno, eludiendo cualquier responsabilidad en la superación de estos problemas. Como si educarse no fuera un derecho social y una obligación pública, sino una competencia individual donde el éxito o el fracaso es problema de cada uno.
Que el mal rendimiento en el colegio es responsabilidad del alumno y en todo caso de sus padres, es una frase de sentido común que casi nadie discute al interior de la comunidad educativa. Sin embargo, lo que revelan las investigaciones no es eso. Si bien hay factores externos a la institución que facilitan o dificultan el rendimiento escolar, hoy se sabe que el colegio, respaldado por políticas específicas, puede responder por los buenos o malos resultados, adoptando todas las medidas que sean necesarias para garantizar el éxito de cada uno de sus estudiantes.
El Proyecto Educativo Nacional propone que las instituciones educativas se responsabilicen por los aprendizajes. Ningún arquitecto levanta una casa para después decir que si se cae nadie lo mire. Porque deben y porque pueden, los colegios deben comprometerse con el éxito de todos sus estudiantes y asegurar buenos resultados, sin excusas ni atenuantes.
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